28 de diciembre de 2009

EXPERIENCIAS DE MI AE



Hola!

Yo como el almendro, vuelvo al blog por Navidad. Y además con historias de las que os gustan. No, no son historias de mi Venerable Madre (VM), pero bueno, tendréis que contentaros con historias de mi Amiga Especial (AE).

Y es que últimamente por A o por B no para de darme motivos para escribir aquí, así que tomároslo como mi particular regalo navideño. O como el suyo.

Y es que mi AE últimamente está que lo tira. Será el nuevo corte de pelo, que en sus círculos cercanos han bautizado como el flequillo minifalda, o será su belleza innata, pero la verdad es que no deja indiferente. No sé si esto debería intranquilizarme, pero yo de momento me parto de la risa. Ahora sabréis por qué.

Resulta que fue con unos compañeros del máster a un bar. Y bueno, pasó eso que no es tan raro: uno hace un movimiento en falso, y se le cae la copa que apenas había empezado. En esos casos hay dos opciones: a) el camarero es un tío majo y dice “no os preocupéis, os pongo otra”; o b) el camarero se hace el loco y pone cara de “os jorobáis por pringarlo todo y romperme un vaso”.

Mi AE no quiso esperar reacción, y temiéndose la opción B, se acercó al camarero y le intentó persuadir de que les pusiese otra copa. Y aquí hay dos formas de hacerlo. A) Preguntándoselo poniendo cara de “lo siento” como una persona normal. B) Poniendo cara de “hemos sido malos” y “por favor…. Me pones otra copa…” sonriendo muchísimo y mirando al susodicho casi lujuriosamente.

Mi AE quería la copa a toda costa y optó por lo que suele funcionar en esos casos, máxime si se es mujer, por la vía rápida: la B. Lo que no esperaba era la respuesta del chico:

“Vale, pero… es que yo no trabajo aquí”.

En ese momento mi AE tuvo esa sensación tantas veces experimentada por mí de: “tierra, trágame”, y aguantando las risas de sus compis así:



Podríamos decir que ese día se lo buscó por ir de Femme Fatale con el no-camarero para conseguir una copa. Pero es que poco después fue protagonista de otra historia sin querer.

Estaba mi AE tranquilamente un día normal, cuando le llama por teléfono el profesor que le da clases de árabe en una academia (mi AE esa así de internacional).
Tras unos breves intentos de tener una conversación en árabe, cosa aún difícil, pasaron al inglés. El profesor le preguntó si podía ir a una cena que él había pensado hacer el sábado siguiente. Mi AE entendió entonces que era la típica cena de Navidad del grupo, y aunque no fuese lo que más le apetecía le dijo que sí.
El lunes siguiente, en clase, el profesor le pidió el email, y ella se lo dio.

Hasta ahí todo bien. Pero lo bueno vino luego. Al día siguiente le llega un email a mi AE. Una parte en árabe, y otra parte en ingles, que transcribo en buena parte aquí ya traducido.

Empieza, después de saludarle:

“Primero, aquí te presento esta canción árabe, es poesía Siria”

Aquí venía un video de youtube que os pongo al final de todo esto. Y sigue:

“Te voy a traducir la primera parte, y en un futuro cercano, quiera Dios, te traduciré el resto”

Aquí vienen muchas letras árabes, y continúa:

“Ahora en Inglés, pero no exactamente, porque es difícil traducir la poesía árabe: ¿Tienes alguna duda de que tú eres la más bella y más valiosa mujer en el mundo, y más importante del mundo? Eres la luna que aparece cada noche en la ventana de mis palabras”.

Y sigue!!:

“Segundo: Muchas gracias por aceptar mi invitación. ¿Sabes de algún restaurante que te guste? ¿O te gusta un restaurante árabe al que pueda invitarte? Acabo de trabajar a las 7 el sábado, así que ¿a qué hora prefieres que quedemos los dos y dónde? Estoy seguro de que seremos (o estaremos, porque dice “be very happy”) muy felices, quiera Dios. Gracias y mis mejores deseos.”

Con lo que, por segunda vez, mi AE quiso ser tragada por la Tierra y llevada a lo más profundo de ella para no salir en un tiempo. Además de ponerse como Ana (To-rroja). Me mandó el email y yo, para ser sinceros, me partía de la risa. Aunque pensándolo bien, ya le vale al tío este… pero me parecía gracioso. Y el apuro que estaba pasando mi AE era de lo más divertido, aunque ahora no sabía qué responder al hombre este, pobrecita mía.

Así que le mandé lo siguiente a mi AE:

“Querida luna que aparece cada noche por mi ventana:

Primero, no hagas eso porque del susto me desmayo.” Y después le decía que le dijera que había habido un malentendido al pensar que era una cena de clase, y que tiene un novio maravilloso, guapísimo, super inteligente, y que además está buenísimo.

Así que, cuando se le pasó el tono rojizo de su piel, mi AE le contestó lo siguiente (traduzco literalmente del inglés):

“Lo siento pero creo que hemos tenido un malentendido. Cuando me llamaste pensé que estabas planeando una cena de Navidad con el grupo, es por eso que acepté quedar”

Y atención, queridos lectores, que ahora viene la frase estelar:

“En realidad, tengo novio, y no creo que deba quedar con otros hombres a solas”

Aclaración de mi AE: El tío es árabe, y así entendería a la primera, como hacen en su religión, que no podía quedar con él. Pero lo puso, con lo cual estoy en proceso de impresión, enmarcado e inmortalización de la frase para cuando mi AE vaya a hacer algo con algún amigo, compañero del máster, etc…

Y el mail acaba así:

“De todos modos, gracias por la encantadora canción. Espero que esto no afecte a nuestra relación en clase.”

Desahogada y con el peso quitado de encima, mi pobre AE recibió la respuesta al día siguiente. Bueno, ni que decir tiene que al día siguiente tenía clase y no fue.

“Perdona por responder tan tarde, he venido tarde a casa, no ha habido ningún malentendido porque tendremos una cena de Navidad con el grupo, pero ellos querían cambiar el restaurante, de todas formas te confirmaré si estamos listos para ir con el grupo este sábado porque no me gusta la comida del restaurante sirio. Yo soy tu profesor y tú eres mi alumna, pero yo quiero que seamos sólo amigos, porque eres una buena chica, hice lo mismo con XXX (nombre protegido) y tiene novio, y somos amigos, y ella me manda un email si necesita algo para preguntarme, y yo hago lo mismo si necesito tu ayuda. Somos buenos amigos, y la canción es buena para saber algo de la poesía moderna árabe. Nuestra relación en clase será más fuerte como profesor y alumna y como amigos, tú y XXX (nombre protegido)sois las mejores de clase, y estoy muy contento cuando tengo buenos estudiantes.”

Vamos, que el tío se hizo el sueco. Sería gracioso si fuese sueco, pero es árabe y no tiene gracia.

Y el culebrón habría terminado ahí de no ser porque al cabo de unos días, mientras casualmente mi AE hablaba conmigo, le volvió a llamar por teléfono, hasta seis veces. Ella no cogió, así que le mandó otro email:

“querida amiga y estudiante (empezamos bien):

Espero que estés bien, porque no has venido a las últimas dos clases, espero que todo esté bien contigo, hemos tenido una clase muy buena. Lo siento si se malinterpretó algo, y espero que no haya problema, eres muy buena estudiante, y estoy seguro de que hablarás árabe muy pronto, y XXX (nombre protegido) es muy buena estudiante como tú (y dale con XXX (nombre protegido)). Feliz año nuevo para ti, para tu madre, para tu novio, y para toda tu familia. Te veo el 11 de enero.”

Reflexiones que me vienen a la cabeza:

1. Qué tío más pesado, ¿no lo puede dejar estar?
2. Esa despedida es de película: feliz año pa ti, pa tu madre, pa tu novio… (por cierto, gracias majo), y pa toda tu familia. Le ha faltado “y pa quien haga falta, quiera Dios! Y ya que le nombro, feliz año para Dios también”!”.

Mi AE le respondió que no había ido por estar de vacaciones, y tacha con temor los días que faltan para el 11 de enero. Pero el tío, una vez más, manda un último email:

“AE, (pone su nombre pero lo mantengo en secreto): de verdad muchas gracias, eres una chica muy cortés, espero que pases unas buenas vacaciones y seas muy feliz siempre, quiera Dios, por supuesto!! Os presento a ti y a tu novio esta canción, con palabras y música muy bonitas.”

Reflexión: ¿¿ es que ahora el tío no va a dejar de nombrarme??

Por cierto, en breve publicaré los videos que mandó.

Y finalmente, la última historia en que se ve involucrada: la de pixmania. Esta me afecta un poco más…y me hace menos gracia.

Fui el martes pasado a la tienda que pixmanía tiene en Madrid, a recoger un regalo de Navidad que había pedido por Internet. Llegué a las 19.15 y había tanta cola que me dieron número para una hora más tarde. Había que presentar el número de reserva, que podía sacar de mi correo electrónico o de un mensaje de móvil que me habían pasado. Como no tenía el email, opté por la opción móvil, y para hacerlo más ágil, preparé y dejé abierto el mensaje con el número en cuestión, y cerré el teclado para bloquear el móvil.

Por fin, me tocó a mí. Me acerqué al hombre que atendía.

Yo “Vengo a por un pedido”
Él: “Sí, déjame el número de pedido”
Yo: “Toma, está ahí apuntado” le digo dándole el móvil.

Entonces lo coge y el muy giliampollas (no se dicen tacos en este blog por dictamen de mi abuela) abre el teclado, pulsando una tecla. Entonces se le va el mensaje y vuelve al menú anterior.

Él: “Ay, se ha ido…”
Yo: “Ah, espera… a ver que lo ponga otra vez”

Cojo el móvil y vuelvo a abrir los mensajes. Sale el primero, que no era, y paso al segundo para abrirlo, pero no me hace caso y vuelvo a darle y veo que se abre. Entonces le doy el móvil al tío, y sigue apuntando, pero el móvil es una fruta mierda y de repente se acuerda de que le di dos veces al botón y pasa al siguiente mensaje. Cuando el dependiente lo lee pone cara de flipado y hace un pffff como de descojonarse.

Él “Creo que se ha vuelto a ir” dándome el teléfono y aguantándose la risa.

Lo cojo sin entender nada y veo que está abierto un mensaje de mi AE, un mensajito íntimo que no reproduciré aquí, pero que me hizo ponerme más rojo que mis muslos en la playa nudista de Vera este verano.

Yo: “esto… sí, casi te lo leo yo…”

El tío siguió vendiéndome el pedido intentando no reírse y yo deseando que acabase cuanto antes.

Luego le llamé a mi AE para contárselo y la muy malvada se descojonaba. Claro, como no había tenido que dar la cara…

Pues esta es mi (o nuestra) despedida de este año desde el blog. Que el 2010 traiga suerte, salud y todas esas cosas… y quién sabe, historias para escribir aquí.

¡¡¡¡¡¡Ala, pues a pasarlo bien!!!!!!!!

17 de diciembre de 2009

EXPERIENCIAS EN OSLO



Hola a tutti!!

Sé que he estado un mes apartado de mis labores cibernéticas, pero es que las primeras semanas desde mi vuelta de Berlín fueron muy corrientes, y luego he estado un poco ocupau…

Pero vuelvo con un nuevo periplo viajero.

Esta vez me mandaron a Oslo, Noruega, a cubrir la entrega del premio Nóbel de la paz a Obama. Íbamos, otra vez, la presentadora del informativo de la noche y yo.

Vistas las previsiones de frío salvaje y nieve, decidí abrigarme para la ocasión, y cogí de mi casa abundante ropa y unas pedazo botas de monte que no me ponía desde hacía años, pero que seguían por ahí.

Así que quedamos en el aeropuerto a las 8 de la mañana. Pasamos los controles y fuimos hacia una cafetería que había en la zona de embarque. Y de repente, noto algo en un zapato. Oigo un ruido raro y piso mal. Miro hacia abajo y veo que tengo la suela literalmente partida por la mitad, y que se está abriendo. Un poco más atrás veo restos del acolchado de la suela que he ido dejando, formando un reguero negro al más puro estilo de pulgarcito.

Yo: “Ups…”
Marta: “¿Qué pasa?”
Yo: “Mira hacia abajo…”
Marta: “Pero…!!”
Yo: “Creo que se me acaba de romper un zapato por la mitad”

Ninguno entendíamos muy bien cómo, pero había pasado.

Marta: “Chiquillo, así no puedes irte a Noruega. Hay que comprar unos ya.”
Yo: “Bueno, vamos a mirar en el duty free”

Entramos en una tienda y vimos botas.

Yo: “Quiero esas”
Empleado: “Claro, ¿número?”
Yo: “47”
Empleado: “No, máximo tenemos del 45, o si me apuras del 46”
Yo: “Pues te apuro. ¿Tienes del 46?”
Empleado: “Voy a mirar”

Se va y me quedo moviendo la suela pa delante y pa atrás, esparciendo restos por todo el parqué, que con el otro pie voy escondiendo debajo de la estantería.

Empleado: “Lo siento, no tenemos nada”
Yo: “Bueno, gracias, da igual”.

Así que salgo de la tienda. Le dije a Marta que no tenían zapatos. Pero por suerte llevaba unas deportivas en la maleta (que iba camino del avión) y que me podría poner en Oslo.

YO: “Bueno, no pasa nada, como tenemos una hora para cambiar de avión en Amsterdam, compro allí”

Así que fuimos hacia la puerta de embarque. Marta y yo. La presentadora y el pseudovagabundo del zapato con la suela a punto de desprenderse. Llegamos a la puerta y esperamos sentados. Vimos que pasaba la hora de embarque y miré por la ventana. Vi nuestro avión y un hombre echándole gasolina bajo el ala derecha. Pues coge el cafre de él y quita la manguera sin haber dejado de echar gasolina, con lo que empezó a salir gasolina a mansalva por el ala y por debajo del avión. Claro, así no podíamos subir. Así que tuvimos que esperar a que llegaran los bomberos y rociaran de AGUA el ala y los alrededores del avión. Total, que empezamos a embarcar tarde.

Yo: “Pues al final creo que no vamos a tener tiempo de comprar zapatos en Amsterdam”
Marta: “O sí. Si perdemos el siguiente vuelo tendremos demasiado”
Yo: “Calla calla… espero que no… Es que maldito zapato… Mira, si el otro está bien…” Y paso la punta del paraguas por la otra suela. Y resulta que no estaba tan bien, porque de la suela surgió una raja y también empezó a abrirse a cada paso.

Pasamos la puerta de embarque y en el túnel de acceso al avión se oía el ruido de mis suelas retumbando en el tubo.

Volamos hacia Amsterdam, cuando faltaba poco para llegar nos dicen que los de Oslo hemos perdido nuestro vuelo y que nos han reubicado en el siguiente, 4 horas más tarde. Nos empezamos a desesperar, pero vemos que el avión nos va a dejar en la puerta contigua a la que usaríamos de embarque para ir a Oslo.

Marta: “Hay que correr, igual llegamos”
Yo: “Y yo con estos pelos. Digo, zapatos”

Salimos del avión escopeteaos, y yo sin saber si iba con zapatos, zancos, esponjas… Lo único claro era que me iba dejando restos por todo. Y llegamos a la puerta de al lado, donde faltaban unas 10 personas por embarcar. Le rogamos que nos dejaran subir aunque hubieran pasado nuestros datos al siguiente vuelo. ¡Y lo conseguimos! Y tras 10 minutos de estancia en Amsterdam, subimos al otro avión.
Lo que no teníamos tan claro era que fuesen a llegar nuestras maletas con nosotros… pero bueno.

Al cabo de hora y media aterrizábamos en Oslo. Me fijé en mi zapato, que ya tenía el 80% de la suela fuera. “A ver si aguanta hasta el hotel…” pensaba yo. Fuimos a la sala de recogida de equipajes… ¡¡y las maletas increíblemente habían llegado!! Estos de KLM… hay que ver lo eficientes que son.

Subimos al taxi, llegamos al hotel, y cuando entraba en mi habitación noto que me desnivelo. Miro hacia el suelo… y había perdido la suela un metro más atrás en el pasillo!!

Esta es la foto de cómo estaban en ese momento mis zapatos:



Luego nos fuimos hacia la zona de comercial, ya con mis zapatos de repuesto (afortunadamente no nevaba), a mirar a ver si encontraba botas. Pero las que había eran tan carisisisisisisissimas que decidí dejarlo y tirar con los que tenía. La que más tuvo que flipar fue la de la limpieza del hotel, que se encontró los restos destripados de mis zapatos sobre la papelera, y tendría que estar pensando que: o tenía mucha hambre y me había comido la suela, o había metido droga en el país ahí dentro.

Pero es que nuestras desgracias aéreas no acaban ahí. Al volver, nuestro vuelo de Oslo salió una hora tarde porque, según decían, había mal tiempo en Frankfurt, donde hacíamos escala para venir a Madrid.

Y llegamos a Frankfurt justitos para la conexión. Tan justitos que fuimos corriendo (esta vez con calzado apropiado) hasta la otra puerta, pero nos dijeron que la acababan de cerrar, que son muy puntuales, y que teníamos que esperar al siguiente, 2 horas más tarde.
Pero la cosa se tuerce más: cuando subimos a ese avión, nos dijeron una vez dentro que había que esperar una hora porque había tráfico aéreo. O sea: que el único avión puntual en Frankfurt era el que perdimos.

En fin… qué le vamos a hacer.

Por lo demás, la cobertura fue bien. Conseguimos colarnos dentro de una zona de prensa a la que en teoría no teníamos acceso, y ver la entrega del premio dentro. Pongo fotos aquí abajo. Sólo decir que la odisea aérea mereció la pena sólo por escuchar hablar a Obama. El hombre tiene una forma de soltar los discursos que te hace estar escuchando atentamente como a pocos. No lleva papeles, no tiene prompter (máquina que te dice delante lo que debes decir), mira hacia todos y hacia ninguno, habla, se para unos segundos, sigue... La recogida del premio fue lo que fue: un marrón para alguien que manda en un país metido en dos guerras. Y fue más una justificación de por qué él creía que estaba su país metido en esas guerras.

El premio fue, según mi punto de vista, y del de una gran mayoría empezando por Obama, inmerecido. Pero la experiencia de haber estado 45 minutos escuchando a un hombre que ha hecho y está haciendo historia, es impagable.

El salón del ayuntamiento donde fue la entrega



Invitados ilustres: Will Smith y familia



Obama, recién llegado, de pie esperando a la familia Real



Obama pensando "oh, what a brown..." (oh, qué marrón...)



Recogiendo el premio


Y hablando de la guerra




Y si no escribo antes… ¡¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ 2010!!