9 de febrero de 2007

EXPERIENCIAS EN EL DENTISTA (II) + APUNTE MATERNO


Después de lo que me pasó hace unos meses en el dentista, al meterme por error en un ginecólogo (léase “experiencias en el dentista”), nunca pensé que otra visita al dentista fuera a darme motivos para escribir otra vez aquí. Pero como ESTAMOS TODOS LOCOS, yavestruz, otra vez me vez aquí asombrado todavía de lo que me pasó en mi última visita al dentista, el pasado miércoles.

Debo decir antes que nada que tras la incidencia del ginecólogo y cuando por fin encontré la verdadera consulta de mi dentista, me atendió tan bien y fue tan maja que decidí volver a ella cuando necesitara algo, ahora que ya sabía la dirección correcta.

En diciembre me hizo uno de los dos empastes que necesitaba, y todo fue bien. Encontré la consulta, me hizo el empaste, y todo muy bien. Y me dio cita para antes de ayer. Así que fui para que me hiciera el segundo empaste.

Llegué a la consulta, en la ya famosa dirección “Castelló 62” y entré a la sala de espera. A pesar de ser el primero del día y no haber nadie delante, y ser mi hora (las 10:00), me hicieron esperar 10 minutos, supongo que para hacer justicia al nombre de la sala, que para algo está.

Pasado ese tiempo me llamó la camionera y fui a la habitación donde estaba la doctora, que me recibió muy efusivamente: ¡¡Hombre!! ¿Qué tal José? ¿Has venido directo o has pasado por el ginecólogo otra vez?
Yo me lo venía venir: Me llamo Javier, y no, hoy no me tocaba.
Ella: ¡Jajaja! Me encanta este tío…
Es muy maja la verdad, un poco vacilona, pero bueno.
Ella: Bueno, vamos a trabajar, a ver si hacemos el empaste tan rápido como el otro día, que no te dolió nada. Aunque es un diente un poco más difícil, así que te pondré un poco más de anestesia.
Me tumbo, coge la aguja y me pone la anestesia. Mientras esperaba a que me hiciera efecto y se me durmiera esa parte de la boca, la tía cómo no quería conversación.
Ella: ¿Y qué tal van tus noches?
Yo: Bueno… me cambiaron de turno. Ahora trabajo fines de semana.
Ella: Jajaja, esta juventud a los turnos más raros…
Yo: ¿Me lo dices o me lo cuentas?
Ella: Bueno, tendrá sus ventajas…
Seguimos hablando unos minutos hasta que la tía ve que no vocalizo bien y deduce que tengo media boca sobada y casi no puedo tragar la saliva que voy produciendo. Me pone entonces el cacharro aspira-salivas colgando de la boca, y se pone a la faena. Coge el cacharro ese que hace mucho ruido y se pone: ssssshhhhhhhhhhhhhhiiiiiiiiiiiii!!!
A mi no me dolía nada y yo tan tranquilo. Pero en esto que el cacharro aspira-saliva que tengo colgando se mueve y se me queda enganchado en una encía, y digo: ¡Ah!.
Ella se para y me dice: ¡¡Ay, que te ha dolido!! Espera espera.
Desparece por detrás dejando el cacharro del aire puesto en mi boca, y yo me lo coloco bien sin que me duela. Entonces viene y dice: te pondré más anestesia.
Y yo, medio gangoso por tener media boca dormida: No, si no…
Nada, ella ya me ha inyectado otro cilindro de esos. Cuando termina le intento señalar el tubo para explicarle que el dolor venía de ahí, no de lo que me hacía en la boca.
Entonces me dice:
-Ah! ¡Que tienes mucha saliva! Pues nada, lo ponemos un poco más fuerte y arreglado.
Y el aspirador a toda leche aspirando hasta el intestino.
Y ella continuó su trabajo. Yo ya no notaba absolutamente nada, tenía dormida toda la boca menos el extremo contrario al que me estaba empastando. Pero el infernal cacharro del aire estaba ahí aspirando a potencias paranormales. Yo ya no sólo no notaba nada de saliva, es que ya notaba grietas como si hubiese una sequía salvaje en mi boca. Era una especie de Bocaseca Man.
Total, que la tía termina, y me dice: bebe agua anda.
Y yo: Síiii. Me cojo el vaso de agua, y me lo echo a la boca, pero me calo porque no controlo mis labios y se me escapa por los lados. Pero bueno, algo entra y sacio mi sed.

-Bueno pues ya no te tengo que ver más. Que te vaya muy bien, y para cualquier cosa ya sabes nuestra dirección.
Qué cachonda, es imposible olvidarla.
Así que me voy y ando por la calle con la impresión de ir con cara de gilipollas, ya que no sentía nada en torno a la boca, con las dos pedazo dosis de anestesia que llevaba encima. Me voy a poner el mp3 para escuchar y me doy cuenta de que los auriculares están rotos, así que aprovechando que paso cerca de un Corte Inglés de Electrónica y Deportes, entro a comprar unos. Estoy en la planta baja, y me acerco a una dependienta.
-Perdone, ¿dónde puedo encontrar unos auriculares?
Al hablar me doy cuenta de que hablo fatal, y que parezco un gangoso a lo bestia.
La tía parece entenderme, y me dice, no sin poner cara rara:
-Sí, segunda planta.
Subo, y en la segunda planta sólo veo cantimploras, chalecos…. Pero nada de música. Le pregunto a otra chica intentando vocalizar:
-Perdone, ¿auriculares?
-Sí, en la planta baja.
Yo ya me mosqueo pero bajo. Entonces encuentro a la chica de antes y me acerco a ella.
-Perdone, no encuentro los auriculares.
-Sí hombre, están ahí en la segunda planta, acompáñeme.
¡Una empleada del Corte Inglés simpátca! Uau, increíble, le sigo.
Llegamos a la sección de cantimploras y demás de antes. Apuntando a una estantería llena de prismáticos me dice: -Ahí los tiene.
Yo, a pictures (a cuadros). –Pero… sólo quiero algunos como estos (enseñándole los míos).
Entonces ella se pone roja como un tomate y me dice:
-¡Ay! Yo yo… lo siento.. entendí binoculares y…. lo lo siento… lo siento de verdad..
La mujer se debía pensar que era alguien discapacitado con problemas de verdad y estaba muy apurada. Yo le dije que no pasaba nada, pero pasaba de explicarle que venía de la dentista cuya consulta había confundido hace dos meses con la de un ginecólogo, y que me había inyectado ración doble de anestesia después de resecarme la boca.

APUNTE MATERNO.

El miércoles por la noche mi venerable madre vino a Madrid a pasar la noche antes de recoger a una amiga en el aeropuerto la mañana siguiente. Pasó la noche en mi casa, y como venía le pedí dos CDs que eran necesarios para terminar el montaje de un video que estoy haciendo. El día anterior, al pedírselos le dije:
-Ama, necesito un Cd de Enya, marrón, recopilatorio.
- Hay uno azul sólo.
.-Bueno, tráemelo, me servirá.
Poco después recibí un mensaje: “Encontrado, mañana te llevo los 2!”. El miércoles, saca de la maleta los dos CDs. Cojo el marrón, lo abro, y está vacío.
-¡Uy! Pero si está vacío! –me dice.
-Bueno no importa, me arreglaré con el otro.
Abro el otro, y… vacío!!!
-¡Uy!! Vacío también!!! –me dice feliz.
-¡Uy! Qué cosas!!! Que sepas que vas a ir a mi Bloj!!
Y aquí está… de pequeños mandábamos a todos en el cole a “la prof”, ahora es a mi Bloj.

Ciaooo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Descojonándome en la oficina... no me puedes hacer esto! Mis compañeros ya piensan que estoy loca porque me parto mientras lo leo y luego, cuando estoy trabajando, me acuerdo y me vuelvo a reir sola!!!

Desde luego ahora comprendo muchas cosas de las que te pasan...
Muxus!!!